TODO LISTO. Invitados, en una preinauguración de la muestra, ayer. El cuadro es de Richard Lindner.
Abre una muestra con obras de los grandes maestros del arte pop
El Museo Nacional de Bellas Artes expone, desde hoy, 59 piezas de 25 artistas pertenecientes a la Colección del Instistuto Valenciano de Arte Moderno
Por: Mercedes Pérez Bergliaffa
TODO LISTO. Invitados, en una preinauguración de la muestra, ayer. El cuadro es de Richard Lindner.
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El pop-art llegó una vez y se quedó para siempre. Por eso, la gran exposición que se inaugura hoy a la tarde en el Museo Nacional de Bellas Artes, El Pop Art en la colección IVAM, marca los primeros pasos de este tipo de arte, hace unos 50 años, y el legado que nos dejó.
Curada por la directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), Consuelo Císcar, en conjunto con William Jeffet (Conservador Jefe del Museo Dalí de Florida) la muestra -en cuya organización participa también la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España-, expone 59 obras de 25 artistas internacionales, todas pertenecientes a la colección del Instituto. Las obras son de los mayores artistas pop de todas las épocas, a nivel mundial.
Pinturas, grabados, fotografías y esculturas de los norteamericanos Claes Oldenburg, John Baldessari, Jasper Johns, Robert Rauschenberg y James Rosenquist; de los españoles Antonio Saura, Juan Antonio Toledo; de los históricos Equipo Crónica y Equipo Realidad, del argentino Alberto Greco entre otros, son los pesos pesados de esta exhibición.
Esta muestra hay que verla comprendiendo que el pop-art no se trató sólo de moda y rock and roll, minifaldas y patillas. Se trató también de estos artistas y estas obras, quienes sostenían una visión muy crítica de la sociedad en que vivían, pero a la vez flirteaban con un trío que se formó por esas décadas: el consumo, la mercancía y los medios masivos.
¡Ojo, señores!: el pop-art critica, pero también usa; denuncia pero también convive amorosamente con eso que denuncia, ya que los mismos artistas utilizaban las herramientas del mercado que denunciaban, convertían sus obras en íconos, y usaban estrategias de marketing para convertirse ellos mismos en estrellas.
Richard Hamilton (del que pueden verse varias obras en la muestra) declaraba por la misma época: "Deseo que mi arte sea efímero, popular, barato, producido en serie, joven e ingenioso".
"Así como los griegos veían el Olimpo (...), el pop-art, su industria, el marketing, la cultura de masas y el entretenimiento convierten a Hollywood en el centro donde la sociedad debe mirarse para conocer sus mitos", escribe la curadora en el catálogo.
En la muestra del Museo Nacional hay obras claves para entender la postura de los artistas pop, quienes, con agudeza, critican desde los temas pero también desde los materiales que usan. Está, por ejemplo, la escultura-papa-blanda, hecha en resina, del genial Claes Oldenburg. También Una fábula sobre el poder (con jugador de fútbol americano y persona con scooter), el megacuadro hecho con impresiones de fotografías intervenidas de John Baldessari; la inmensa pintura Hogar, dulce hogar del español Equipo Realidad; Trampa glacial, la serie de grabados de Robert Rauschenberg; la escultura de acero cromado y pintado ¡Oh, absolutamente! de John Chamberlain; o la impresionante serie de diez litografías llamadas Negro y blanco del americano-súper-pop Jasper Johns.
Un item aparte merecen las fotografías de la contemporánea Cindy Sherman, quien es heredera conciente de la estética pop, y juega con eso. Sus fotos (armadas como una escena retro) la tienen a ella misma como protagonista de viejas películas. También aluden al cine los trabajos de Prince, Richter y Bosman, entre otros.
La muestra sigue luego a Lima y a La Habana. Consuelo Císcar dice que pensó esta muestra "para crear interrelaciones. Los museos no son más santuarios sino que son lugares de encuentro."
Haciendo foco, la exposición demuestra que, aunque haya pasado el tiempo, el pop-art sigue vivo en el arte de todos los continentes, con una herencia que es aún bastante fuerte. Tanto, como lo es el reinado de las grandes ciudades, de una estética a lo Hollywood y de la ambición de un consumo casi continuo, en la vida de todos nosotros.
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