sábado, 10 de outubro de 2009

La curiosa biblioteca sin estantes en Nueva York


UNA PINTORA coloca libros en un diorama del desierto de la artista Dominique Gonzalez-Foerster.

La Hispanic Society of America, un museo del upper Manhattan que es una verdadera joya, suele visitarse –si es que se lo visita alguna vez– por la excelente colección de pinturas de Goya, El Greco y Velázquez que reunió su fundador, el académico y heredero de una fortuna ferroviaria Archer Milton Huntington.

La sociedad, sin embargo, también posee una de las mejores bibliotecas del mundo de material relacionado con España, Portugal y el continente americano.

La colección –cartas, novelas, mapas, cartas de navegación, contratos matrimoniales (entre ellos uno de 1476 correspondiente a la hija mayor de Fernando e Isabel), catecismos, tratados científicos y otros documentos que se remontan al siglo XII– llena un enorme piso del museo.

Cuando la artista francesa Dominique Gonzalez-Foerster visitó el material del sótano por primera vez hace dos años, la impresión que tuvo de inmediato fue "una sensación del Ciudadano Kane, de Xanadú", dijo en entrevista telefónica desde París, donde vive y trabaja parte del año.

En ese sótano empezó a imaginar una especie de biblioteca paralela. En los últimos meses, con la ayuda de un grupo de pintores y de los bibliotecarios de la sociedad, creó una. "Cronotopos & dioramas", una muestra de Gonzalez-Foerster que forma parte de la sociedad temporaria de Dia Art Foundation con la Hispanic Society, se inauguró hace poco en un espacio contiguo a la sociedad.

El trabajo presenta una biblioteca imaginaria desplegada con minuciosidad. En la misma, los estantes pasaron a ser obsoletos y los libros, como ejemplos de criaturas vivas, están presentados en dioramas ilusionistas que evocan los del Museo Americano de Historia Natural.

Franz Kafka, J. B. Ballard, Adolfo Bioy Casares y Gertrude Stein se encuentran agrupados en las profundidades del Atlántico Norte en su condición de escritores a los que Gonzalez-Foerster considera vínculos entre Europa y el continente americano. Jorge Luis Borges y Roberto
Bolaño se hacen mutua compañía en el desierto. En cuanto a Paul Bowles, Elizabeth Bishop y el poeta brasileño Oswald de Andrade, están clasificados como lo tropical y sus libros se encuentran desplegados en un diorama selvático. Si bien Gonzalez-Foerster, que tiene cuarenta y cuatro años, nació en Estrasburgo y estudió en Grenoble, hace mucho que se siente fascinada por la cultura sudamericana, sobre todo por la combinación tropical y modernista de Brasil, donde pasa la mitad del año. En su trabajo los libros siempre tuvieron una importancia conceptual como una suerte de materia prima, "casi como ladrillos", tal como ella los describe, si bien ladrillos que parecen casi sensibles a la manera posmoderna del texto liberado de su autor.

"Con una biblioteca", dice, "vamos construyendo una biografía para nosotros mismos". Daniel Birnbaum, el director artístico de la Bienal de Venecia de este año, escribió que lo que intentaba la artista, en su opinión, era crear "una atmósfera que extrae la melancolía inherente a los objetos del mundo", objetos que perdieron su significado debido a un exceso de definición.

"En la obra de Gonzalez-Foerster", concluye, "el género ya no parece tener relevancia." Gonzalez-Foerster sugiere que una forma de pensar su trabajo es tomarlo como el de un escritor. La muestra de la Hispanic Society es su intento de crear su idea de una biblioteca por sus propios medios, tal como hizo Borges con palabras.

"Siempre quise ser escritora, pero escribir me resulta muy difícil", dice. "Poco a poco fui aceptando la idea de lo que podría llamar una especie de literatura expandida. Por eso esto me resulta tan emocionante como escribir algo." http://bit.ly/kDj5N

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